El otro día me llegó este mensaje:
Hola Sergio, yo solo quería saludarte. He visto que al final de tu correo has dicho que no regresaras hasta el próximo año. Espero que no sea así exactamente. Me gustan tus correos y creo que son muy valiosos, gracias. Espero que no desaparezcas. Quizás en el futuro cercano necesite tomar tus clases. Y espero poder encontrarte.
Estos emails que te envío son parte de mi negocio de clases de preparación DELE.
Te los envío por dos razones.
- Para darte algunas indicaciones para el examen de forma entretenida. Eso sí, estas indicaciones no son suficientes para aprobar el examen.
- Para VENDERTE clases que supongo que necesitas. Digo supongo porque si te suscribiste a algo que se llama “APRUEBA EL DELE” lo has hecho para APROBAR el DELE.
Bien.
Nadie te obligó a apuntarte a esta lista de email.
Nadie te obliga a leer estos emails.
Nadie me obliga a tener que enviar emails los 365 días del año.
Si hay épocas del año en las que no hay exámenes DELE,
no me sale rentable enviar emails si sé que no me vas a comprar durante esos meses.
Sergio, eres un cerdo capitalista, solo te interesa el dinero.
No, soy un preparado DELE con un negocio que tiene que vender para comer.
Fíjate todo lo que hago con una clase:
Te ayudo a aprobar el DELE a la perfección.
Preparamos todas las pruebas.
Te doy una corrección precisa de tus textos.
Te grabo tu prueba oral y te doy una corrección aún más precisa.
Te ofrezco feedback para que sigas mejorando clase tras clase.
Lo hago mejor que la mayoría de preparadores DELE.
Ya sabes, esos típicos preparadores DELE que no están acreditados y que nunca han participado en ninguna convocatoria DELE.
Ya sabes, esos típicos preparadores DELE que no te dedican tanto tiempo a tu preparación porque tienen un montón de trabajo.
Eso sí, todo lo anterior lo hago COBRANDO. Todo VENDIENDO.
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PD: Recuerda que siempre puedes darte de baja de este email.
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